Había una vez una persona austriaca que llegó a la Argentina y trabajaba enseñando con el alma y el corazón, se llamaba Ladislao Bodnar.
Humildes como pocos, sus padres emigraron de Austria a la Argentina cuando él era muy pequeño.
En su viaje en barco, al escasear los alimentos y la leche, sus padres hacían magia para poder alimentarlo hasta que arribaran a las costas argentinas, en un viaje de 30 días aproximadamente.
Realmente no sabían que estaban cuidando a uno de los tesoros más grandes que impactaría en las vidas de miles de alumnos con el pasar de los años, en especial la mía, ya que compartí con él en el laboratorio más de 10 años investigando, además de ser amigos entrañables hasta la actualidad, y compartir hobbies parecidos, pero siempre en el campo intelectual y del arte.
Él me había apodado el “loco”, y yo a él “jefe” y en ocasiones “maestro”, por que no solo enseñaba en lo profesional y científico, sino, que también me acompañaba en el camino del crecimiento personal dándome sabios consejos que transmitían tranquilidad, motivación e interés real, por dejar libre la mente para ir más allá en tu pensamiento y marcar hitos con tu talento que hicieran historia.
Científico, artista, creativo, sincero, auténtico y apasionado, vivía para honrar a todos los que en él depositaban su confianza, y, además para comprender el universo de la mano de la Física, su amor eterno.
Padre ejemplar, orgulloso de su familia, aportaba al sustento elevando su espíritu por medio del conocimiento y transmitiéndolo a otras almas.
Tenía la capacidad de comprender los cerebros “locos”, aquellos que generaban ideas que otros dejarían de atender por creerlas idiotas o imposibles. Tal vez lo hacía porque a él también le había pasado que una idea magnífica que tenía, algunos se la habían desmerecido, pero hubo una persona que le dijo “no se donde vas, pero te escucho”. Esa sería la frase que cambiaría su vida y que diera origen a su tesis en Física, la cual recibió elogios de muchos expertos.
De cada obstáculo que superaba en su vida con mucha humildad, aprendía, y buscaba guiar a sus alumnos para que no cometieran aquellos errores, fueran propios o de quienes no veían en su talento una fuente de inspiración.
Se prometió a él mismo formar a sus alumnos para que brillarán, sintiéndose orgulloso si fuesen mejores. Era un alma entregada y noble.
¿Por qué?, el destino es injusto y priva tempranamente a la humanidad de almas que pudieran continuar haciendo historia y dejando como legado a jóvenes enfocados en desarrollar tecnología, otros aportando a la ciencia para permitir la subsistencia de la humanidad.
¿Por qué?, deben partir repentinamente aquellos que están llenos de vida y deseos de descubrir los misterios que impiden comprender al universo.
¿Por qué? Ladislao, jefe, maestro, amigo querido, te fuiste dejando a todos los que te conocíamos y queríamos, un vacío, que nadie podrá llenar jamás, porque eras único.
Ladislao, tuve el honor, y a su vez, el dolor de ser quién recibió tu última comunicación, la cual, guardaré por el resto de mi vida y escucharé cuando mi pensamiento, alma o corazón intenten apartarse del legado que compartíamos y que busco propagar como lo hiciste conmigo: HACER CIENCIA PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE LA HUMANIDAD.
Espero que el universo te haya recibido con el mismo amor con que buscaste descifrarlo, y que la incertidumbre nos genere la sensación de sentirte presente donde quiera que estemos inspirándonos con tu espíritu inquieto.
Un abrazo enorme jefe, hasta siempre.
Author:Carlos Rossi
1 comentario
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Una Gran perdida recien me entero , trabajamos juntos en una investigación en la UTN sobre Biocombustibles , un Químico y Físico Genial sus enseñanzas sobre física cuántica y neurociencias eran unicas , un Artista Total