Luego de años en la fuerza aérea, Carlos decide dejar la vida militar e ingresa a trabajar en XEROX ARGENTINA. Al estar preparado en tecnología láser comenzó su trayectoria como representante técnico de sistemas de impresión de alto volumen. Desempeñó este puesto hasta 1994, año en que fue becado por la empresa y la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Avellaneda, de Buenos Aires, para desarrollo el Proyecto COMPHUMANA (COMPutadora- HUMANA), de su autoría. Este proyecto desafiaba todo lo visto en simulaciones cerebrales hasta ese momento en el mundo. Carlos quería construir un cerebro artificial integral, es decir, reproducir el funcionamiento neuronal, campo de las redes neuronales artificiales, y también reproducir los correlatos de ciertos comportamientos, entre el nivel psicológico y el biológico.
Cuando se presentó en la universidad para explicar su proyecto, al principio nadie lo entendió, y le sugirieron aclarar más sus ideas sencillas, sus bosquejos, ya que no era especialista en los campos de la ciencia necesarios para llevarlo a cabo, por lo tanto, las juzgaban como ideas volátiles. A pesar de todo Carlos sabía, intuitivamente, que su proyecto funcionaría; característica típica de los disruptivos, poco comprendidos hoy en las universidades y organizaciones; pero considerados por algunos científicos, como el Lic. Bodnar, especisliata en físico-química e investigador del CONICET, como “Genio” o “loco enfocado”. Junto a este científico, Carlos fundó el Grupo de Neurosimulación Aplicada, dedicado al proyecto COMPHUMANA en el cual trabajarían por casi 8 años obteniendo logros reconocidos internacionalmente.
Lo extraño de todo esto, como se explicó, era que Carlos no tenía títulos universitarios hasta ese momento, sólo la carrera militar de oficial, que por aquellos años era equivalente a un nivel terciario; cosa que llamaba poderosamente la atención de los profesores y científicos de la universidad y del extranjero que lo conocían. Para poder comenzar el desarrollo de su proyecto, Carlos debía prepararse en varias ramas de la ciencia. Carlos procuró adquirir conocimientos variados porque su pasión era el saber integral. Así, solicitó al Jefe del Departamento de Ingeniería Química donde estaba alojado el Grupo de Neurosimulación Aplicada, el Sr. Ingeniero químico Hipólito Choren, que junto con el licenciado Bodnar le aprobaran ciertas preparaciones especiales que necesitaba para terminar de concretar el proyecto. Choren y Bodnar lo cuestionaron fuertemente argumentándole que le faltaban conocimientos para poder asistir a ese tipo de cursos, pero Carlos los convenció con su entusiasmo, claridad mental y pasión por la ciencia, y que accedieron a enviarlo a varios centros de investigación donde podría aprender lo que él consideraba importante para el proyecto. Asi fue que hizo varios cursos y tuvo conversatorios de: biología molecular con el Dr. Reisin en la UBA, inteligencia artificial, con el Dr. Dáquila, ITBA, psicología, con el Psicólogo Daniel Verde de la UBA, química de la memoria, con el Dr. Ivan Izquierdo y Jorge Medina. Además entrenamientos especiales en astronomía, cosmología, matemáticas avanzadas entre otros. Su intuición le decía que solo él entendía lo que significaba, como funcionaría su proyecto, lo cual, fue ratificado por el licenciado Bodnar quien le repetía priódicamente “no se donde vas pero tiene mucho sentido, yo te acompaño, vos decíme que te hace falta o que necesitás”.
Un día Carlos se levantó con la idea de escribirle al Dr. Marvin Minsky padre de la Inteligencia Artificial del MIT para comentarle el proyecto COMPHUMANA y saber su opinión al respecto. Sus mentores científicos se sorprendieron por la osadía de Carlos, pero al final, recibió una respuesta del Dr. Minky que lo dejaría atónito a él y a sus mentores. El reconocido científico lo felicitaba por el proyecto y le decía que sus propias teorías no eran lo suficientemente fuertes para algo de tal embergadura, que era extraordinario. Además, lo alentó a seguir en el desarrollo del proyecto; al leer este correo sus mentores, Choren y Bodnar, se dieron cuenta que Carlos estaba más del lado de un genio que de un loco enfocado; cuestión que aumentó la confianza en su dedicación.